Empecé la tesis, aunque estoy en la etapa previa, hay que presentar antes una prueba (escrita/oral). Así que estoy preparando eso ahora. Tranquila y enfocada. Quizás dos palabras que describen mi estado actual es: trabajo profundo, «deep work», tema al que se dedica un blog que recomiendo: Study Hacks.
Para estar pasando por esto trabajé ¡4 años! Este trabajo profundo es lo opuesto a la productividad pensada como ‘eficiencia’. Lo que se podría denominar productividad cerebral-intelectual no es algo que suceda de lunes a viernes, o de 8 a 5. Por eso es bastante importante la constancia.
El trabajo profundo funciona en modo slow. Y aunque no me guste recurrir a un término de moda, esto me llevó a desaprender mis antiguas formas. Que también tiene que ver con el pensar como un movimiento, el kairos, , el embodiment y los tiempos del cuerpo.
Con el trabajo profundo, el cuerpo y el cerebro se acostumbran a períodos de actividad en los que el esfuerzo no está ligado al apuro, sino a procesos, que se mantienen y sostienen en el tiempo. Y parte del trabajo a veces es volver –me– al ritmo de deep work cuando se altera un poco.
Por otro lado, no le puedo prestar mucha atención a otras cosas, que ya se convierten en un ruido sobre aquello que ya tomo como mi estilo de vida, y que se caracteriza por un ritmo propio.
Foto by me en Kensington Gardens, London. 2017.
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