Notas de la vida doctoral #7 La espera y la filosofía

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Como les comenté en una de las notas anteriores sobre la vida doctoral, el ante año pasado (ya?, wow!) hice algunos cursos de Filosofía con Niños y Jóvenes.

En uno de esos cursos hablamos bastante sobre una palabra griega que se llama «kairós», y que se opone al tiempo cronológico («cronos»). Si la buscan en un diccionario significa «momento justo»: concepto de la filosofía griega que representa un lapso indeterminado en que algo importante sucede. Dice Maximiliano López:

Se podría decir que el kairós es el momento preciso de la acción, pero no se trata de atrapar rápidamente un presente que no deja de pasar, como quien quiere tomar un tren en movimiento. El kairós no se toma, se produce, pero se produce a partir de una apertura, de una sensibilidad con el acontecimiento. Se produce a partir de una intimidad con aquello que se hace..

Me gustó esa diferencia entre el cronos y el kairós, porque es la misma que hace entre el saber y el pensar. «El saber es acumulativo (…) el pensar es incorporal, intempestivo, puro acontecimiento que sólo existe como efecto».

Quizás porque después de dos años me estoy poniendo a armar propuestas de contenidos para clases, siento que «me cae la ficha» diría, de muchas cosas y de esto del kairós. En relación con el pensamiento, no es un proceso que se pueda apurar o acotar a un tiempo. Requiere cierta espera.

De la forma en la que Kohan o López la enseñan como acontecimiento o experiencia, tiene que ver con «esperar aquello que no se puede esperar». Dice Kohan:

«(…) justamente es en la contradicción de esperar lo que no se puede esperar que, tal vez, valga la pena esperar si el encuentro será de algo que no sabemos, que no podemos, ni queremos anticipar. Tal vez justamente en esperar lo que no se puede esperar pueda surgir algo digno de ser encontrado, una novedad, algo que no se anticipaba, algo que no se sabía (…) también es posible que encontremos lo que no buscamos y que aquello que merece la pena ser encontrado es lo que no podíamos saber que iba a venir al final de la búsqueda. Es decir, que buscamos desprovistos del saber sobre lo que vamos a encontrar»

En la foto destacada justo engancharon el momento en que Kohan nos puso una canción que propuso uno de mis compañeros en torno a ese concepto de la espera del que hablábamos en clase, es de Cultura Profética y se llama… «La Espera». Me encantó.

Pensé mucho esto en torno a este tema durante estas semanas con lo que estamos viviendo en Argentina, con lo que pasó en las escuelas. Por un lado, pensar que no se puede hablar con niños temas de actualidad es estúpido. No sólo pueden pensar sino que hasta deben leer más información en Internet que un adulto. Y el debate que se dio sobre la enseñanza de un caso político, y de un tema muy delicado para nuestra historia, me parece que no debería ser dejado de lado tan rápido. Sirve mucho para pensar justamente cómo se concibe la enseñanza, y qué lugar se le da a esa espera, al kairos como momento/Experiencia para el pensamiento de niños y jóvenes.

Pero cuando me acerqué por medio de esta forma de enseñar la filosofía, era todo muy sutil, los profesores intervenían poco. En ese momento (y viniendo de las ciencias sociales, no de la filosofía) hasta me parecía smooth. Y ahora realmente entiendo el valor de su metodología, y es el de dar ese espacio para encontrar cosas que no se sabe que pueden surgir, problematizaciones, ideas, etc. propias de los alumnos y de su experiencia. De lo que se trata es de no «enseñar x cosa» (la que queremos nosotros, y de la forma que queremos nosotros), sino de darles el espacio, y el tiempo, para que ellos nos muestren o no si hay algo nuevo que vale la pena encontrar.

Por último, y algo que tiene que ver más con mi propia experiencia, y que quizás le interese más a los que están en educación o filosofía, esto me hizo entender la diferencia entre la tradición norteamericana de Lippman (que se inspira o sigue la filosofía pragmática de Dewey), y la propia de Latinoamérica (que sigue/se inspira en Deleuze/Foucault)de Filosofía con Niños, en la que quizás no hay tanto foco en los procesos sino en la experiencia como «saber de sí», desconociendo las configuraciones del «saber».

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