La publicación original de este post separaba la figura del «Maestro» de la de «Mentor». Y de la forma más difícil tuve que aprender que no es así
En una tesis doctoral se busca que el maestro y mentor sea el referente de cierta disciplina o escuela. Su rol es principalmente ayudarte a desarrollar tu propio enfoque para llevar adelante tu investigación (tesis). Si la interacción se limita a las formalidades, es una pérdida de oportunidad. Al menos en los casos de universidades que conozco, uno se acerca a un profesor para que lo dirija. Hay casos en los que se tiene el tema y se busca un «matching». Pero no sirve de nada que te dirija alguien que se especializa en una temática sino es al mismo tiempo tu mentor ya que sino busca tu bienestar y desarrollo en el ámbito educativo te deja sin herramientas. No hay separación entre la dimensión afectiva del trabajo intelectual y la teórica o técnica. Tiene que haber cierta sintonía o afinidad de temas. Creo que éste es el que ve tus ganas de hacer ciertas cosas y te ayuda en ese sentido.
En negocios o coaching parece estar vinculado al que aconseja, pero en el caso académico, el mentor aunque te aconseje es más bien alguien que abre el juego, y eso para jóvenes en la academia es fundamental. Sobre todo porque si bien creo que hay una generosidad muy grande en varios aspectos, las barreras de entrada son altísimas, en particular a las cátedras.
En mi caso, se dio con el Sebastián Touza, fue sin duda mi mentor. Armaba grupos de investigación, cursos y jornadas en las que invita a alumnas/os. Hablamos sobre mi tesis en los talleres, pero también sobre otros aspectos de la actividad académica. Habilita espacios, comparte bibliografía súper actualizada, nos invita siempre a todos/as, por ende, hay un grupo mezcla de profesores alumnas/os avanzados -y no tanto- que empezamos a interactuar. Como dije recién, abre el juego. Cómo se aprovechan esos espacios depende de una/o.
Foto gentileza de Wanda Am@os Old Bar vía FLickr