Luego de un break de la computadora veraniego comparto algunas cosas interesantes del último libro de Giorgio Agamben. El libro es una recopilación de artículos y entrevistas que tuvieron lugar entre 2020-2021, y tiene unos tres ensayos inéditos al final. Básicamente sostiene que la pandemia vino a servir como excusa para instaurar un estado de excepción permanente. Este concepto, «estado de excepción» es de Agamben, y hace referencia a una situación única en la que se suspenden las garantías del derecho para «preservar» la seguridad de los ciudadanos. [Sobre este tema y cómo lo utiliza Manuel Castells para describir la crisis de las democracias liberales escribí un paper]. Debo admitir que lo que más me gusta de leer Agamben es cuando comparte cosas de Heidegger (fue su alumnos, y todavía no lo leo). Pero, además, tiene un estilo de escritura (y de pensamiento) bastante exquisito, elegante, tiene un vasto conocimiento de historia, desde los griegos a los romanos, de derecho, filosofía, religión, y más. Es por eso que me resultó interesante verlo tan activo el año pasado en debates sobre la pandemia, en lugar de estar encerrado en sus libros.
«Los seres humanos se han acostumbrado hasta tal punto a vivir en un estado de crisis permanente que no parecen percatarse de que su vida se ha reducido a una condición puramente biológica, que ha perdido no sólo su dimensión política sino también cualquier dimensión puramente humana«.
Agamben estuvo bastante activo en debates, medios, en contra de las medidas extremas que se tomaron en Italia, su país de origen y en donde trabaja. Eso reflejan los primeros escritos de este libro, muy cortito (113 páginas), en donde plasma esa especie de enojo hacia las medidas extremas de control y encierro de los gobiernos, un enojo hacia los medios por presentar datos de forma confusa, sin un contexto sólo para asustar a la gente.
«Al menos en lo que respecta a Italia, nadie que tenga algún conocimiento de epistemología puede dejar de sorprenderse por el hecho de que los medios, a lo largo de todos estos meses, hayan difundido cifras sin ningún criterio de cientificidad, no sólo sin relacionarlas con las cifras de muertes anuales en el mismo período, sino también sin especificar la causa del deceso»
Dice que se puso en las espaldas de los ciudadanos el peso de gestionar la pandemia, por parte de gobiernos que habían desmantelado los sistemas sanitarios. De a ratos me pareció un poco exagerado, sobre todo para algunas que perdimos amigos por la COVID-19, leer cosas tan críticas sobre las medidas de aislamiento son fuertes. Sí me llevan a recordar cuando nos encerraron sin un sólo caso positivo en abril 2020.
Por otro lado, Agamben aborda una preocupación muy legítima: la desaparición de los espacios públicos y habitables con la pandemia. La militarización de las calles, el control extremo lo que ha llevado es a ciudades inhabitables, y la imposibilidad de reunirse con otros.
Uno de los ensayos inéditos se titula «Réquiem para los estudiantes», aborda especialmente la desaparición de la vida universitaria, de los campus, de mis ámbitos favoritos, porque realmente se viven experiencias y relaciones sociales únicas. Si bien mi perspectiva sobre la tecnología y su uso en educación no es catastrófica, como sí lo es para Agamben, sí creo que esos espacios son irremplazables. Sobre el dictado de clases online dice
«En lo que está sucediendo hay algo mucho más decisivo, de lo cual llamativamente no se habla en absoluto: el fin del estudiantado como forma de vida. Las universidades nacieron en Europa a partir de las asociaciones de estudiantes –universitates– y a ellas deben su nombre. La forma de vida del estudiante era ante todo una forma de vida donde lo determinante era sin duda estudiar y asistir a las clases, pero no menos importantes eran el encuentro y el intercambio con los otros scholarii, que muchas veces provenían de los lugares más remotos y se reunían, en razón de su origen, en nationes.
Cualquiera que haya enseñado en un aula universitaria sabe muy bien que ante sus ojos, por así decirlo, nacían amistades y se constituían, según los intereses culturales y políticos, pequeños grupos de estudio y de investigación, que continuaban reuniéndose una vez terminada la lección.
Todo esto, que había durado casi diez siglos, ahora concluye para siempre. Los estudiantes ya no vivirán en la ciudad sede de la universidad, sino que cada uno escuchará las clases encerrado en su habitación, en ocasiones a kilómetros de quienes, en otro tiempo, eran sus compañeros»
Si bien le añade bastante dramatismo, por ejemplo, el decir que tanto docentes y estudiantes deberían negarse a estos «dispositivos tecnológicos», sí aborda un punto vinculado al «distanciamiento social» como forma de organización de todas las actividades durante la pandemia. Ese mecanismo, y el miedo al contagio por otros, y a la cercanía con otros, es sin duda una de las secuelas más difíciles que deja la pandemia. En síntesis, es un libro recomendable de un filósofo que decidió reflexionar con bastante vehemencia sobre la pandemia, y qué sucederá con nuestras vidas después. ¿Nos animaremos a salir de ese estado de Krisis?
Título del Libro: «¿En qué punto estamos? La epidemia como política». Tiene 18 capítulos, los útlimos tres son ensayos inéditos.
Editorial: Adriana Hidalgo
Precio: 1250 pesos, lo compré en Ludditas Mendoza.