La vida mall: espacio público versus shoppings.

©MZ Inspiration
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«Mendoza: tierra de shoppings», título de una nota de un medio local, que me hizo reflexionar y lamentarme mucho, por el hecho de que se pudiese pensar semejante etiqueta para caracterizar a nuestra provincia, y en especial por tres frases:

– «Concentrar la oferta para evitarle a los consumidores el traslado»
-«Catedrales de consumo»
– «Se duda sobre cuán preparada está la provincia para absorber la capacidad de consumo que más de tres malls o shoppings le pueden dar».

Los tres puntos revelan parte del problema:

– La ley del mínimo esfuerzo para que como consumidores nos den todo procesado.
– Seguir promoviendo el consumo como si fuera un fin en sí mismo.
– Pensar la ciudad en función de desarrollos inmobiliarios de este tipo: malls o barrios privados.

Y otro tema no menor es el monopolio del discurso sobre «cómo es el mendocino». Al final volveré sobre esto.

En primer lugar, urbanísticamente, y sin pelos en la lengua, me parece un espanto lo que hace la arquitectura de los malls y los shoppings al paisaje local. En detrimento de la armonía con los barrios, el paisaje, la montaña, se construyen cosas que realmente no tienen mucho análisis detrás. Entiendo la necesidad de atraer capital e inversión para alentar el consumo, pero éste tipo de desarrollos responde al cortoplacismo, y nos afecta, mucho.

La gente (joven y no tanto) viaja cada vez más y eso permite apreciar lo que digo: la tríada desarrollo urbanístico-transporte público-servicios e infraestructura es muy necesaria, tanto para vivir la ciudad, como para los turistas. No entiendo que viajen a Nueva York o hasta acá nomás Buenos Aires, y anden en subte, tren, caminen, y cuando llegan a Mendoza se suben al auto para hacer veinte cuadras. Insisto: en Buenos Aires van hasta Almagro a comprar ropa barata pero acá ¿lo que importa es ir a un mall a comprar rápido?. No creo que el mendocino que según estas notas o un par de empresarios inmobiliarios tengan caracterizados por un estudio de mercado sea el mendocino de carne y hueso.

Es muy importante que nos importe el perfil que va tomando la ciudad. Y si ésta se convierte en tierra de shoppings, seguramente no sea la tierra en la que un mendocino disfrute vivir.

Por otro lado, hay que romper un poco con el monopolio que los medios piensan que tienen sobre «lo que quiere la gente». Hasta me parece subestimar a la media de la población. A ver, ¿en serio piensan que la gente quiere ir a encerrarse en un lugar con 2 ó 3 marcas que venden productos al doble que otras?. ¿En serio se puede pensar que los jóvenes eligen alejarse de la ciudad y endeudarse para construir sus casas en barrios privados? (una tendencia que crece velozmente en Mendoza, no sé cómo será en el resto del país)

Del consumo al barrio privado veo que en Mendoza la respuesta siempre es «seguridad», y ojo que encerrarse en malls y barrios privados lleva a que la forma en la que se «resuelve» esa inseguridad (que no es un problema matemático para terminar de una vez por todas;) pase a ser la vigilancia. Es decir, son círculos viciosos. Estoy convencida de que el debate más profundo sobre qué estilo de vida queremos tener, no se está produciendo. No se produce entre nosotros los ciudadanos, entre ciudadanos y funcionarios, entre los que definen las políticas públicas, ni entre los medios.

Y me parece importante insistir sobre esto porque sólo los que vivimos las ciudades, somos los que podemos presionar, cambiar actitudes y comportamientos de consumo, decir cómo queremos vivir y más importante aún, cómo queremos que sea nuestra ciudad. ¿Mendoza, tierra de shoppings? Claro que me preocupo, no quiero que sea así, y pido a través de este post que por favor ustedes también se pregunten cómo quieren que sea y participen en dicho debate.

Otro factor importante para que podamos vivir la ciudad, en vez de encerrarnos en barrios enrejados y shoppings, es la existencia de espacios públicos, pero no plazas en las que sólo se sienta un jubilado a tomar mate, sino más bien los espacios públicos en donde cualquiera puede pasar el día, leer, estudiar, trabajar. Digo, va desde parques y plazas hasta bibliotecas (que son casi inexistentes en Mendoza), centros culturales, museos, etc.

Para finalizar, un breve comentario sobre cómo es el mendocino. ¿Podemos cortarla con «el mendocino es conservador»? Porque se dice eso de nosotros hace un siglo, y debe haber tantos tipos de mendocinos como de cordobeses, porteños, o como tipos de dulce de leche. Me acuerdo de un constitucionalista, historiador y escritor mendocino emblemático, y a quien le tenía mucho cariño, Dardo Pérez Ghilou. En algunos asados, que eran como hacerle una entrevista, Dardo decía que el mendocino no era conservador, sino pragmático. A la hora de votar, claro está, pero lo que quería decir Dardo es que el mendocino no es retrógado o negador de la modernidad.

El mendocino que la historia viene mostrando, y no los estudios de mercado que usa un shopping para convencer sobre cómo vender, busca soluciones simples a sus problemas diarios.

Por otro lado, algo quizás que es fácil de decir sobre «el mendocino» es que tiene un gran apego a la tierra, y creo que por eso quizás el vino es una industria antigua, familiar, con cientos de años de trabajo detrás que han permitido que sea lo pujante que es hoy. Esto se podría decir que representa la tradición: pensar en el largo plazo, en todo lo que nos precede, y en lo que viene después.

Esta entrada tiene 6 comentarios

  1. Matías Casano

    Lo leí y sentí música en mis oídos. Estoy de acuerdo con todo lo expresado en el post. Y lo traslado a mi ciudad, Vicente López, donde nos están construyendo un shopping frente al río, privándonos de un espacio verde, público y costero.

  2. Y bueno, si de pragmatismo se trata, dejen de construir esas cosas y usemos el comercio electrónico, que de tanto insistir algún día lo haremos funcionar los programadores 🙂

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