El término “uberización” describe actividades vinculadas a la tecnología que dominan nuestra vida diaria: para pedir un auto, para reservar hoteles, para pedir comida. Pero se ha extendido su uso a muchos ámbitos, como el educativo y académico, entre otros. En la jerga del día a día alude a cierta desvinculación de una actividad de estructuras tradicionales.
Mi experiencia en el mundo emprendedor, hace unos 15 años, y luego, mi experiencia académica y educativa, me mostraron que tenían en común condiciones de incertidumbre y hasta de igual toma de riesgos. Cuando emprender es una opción, seguro que es entretenido, y en el ámbito tecnológico, cuando se cuenta con espalda para poder tomar riesgos y seguir el juego del financiamiento, bárbaro. El tema es que hoy, cada vez más, otros esquemas de trabajo toman esta lógica.
En “La uberificación de la universidad”, Gary Hall llama como “para-académico” a quienes en muchos casos hacen de profesores de medio tiempo en la shareeconomy -economía del compartir- y buscan otras formas de sostener su investigación, de la misma forma que los músicos acuden a otros trabajos porque hay menos dinero en la industria musical y en la venta de discos (Hall, 2016, p. 21). Hacer trabajo interesante a nivel creativo, vivir una vida estimulante y comparativamente libre del control y la vigilancia del “postwelfare capitalismo”, un capitalismo posterior al estado de bienestar. Es un sector de la población que todavía está interesada en las ideas y la investigación, solo que ahora es desde un “afuera” o posición de exterioridad íntima, o de intimidad externa. Son “críticos de las instituciones que los emplean pero están presionados a hacer del trabajo una expresión de quiénes son, que al mismo tiempo les deja poco tiempo para pensar qué significa eso y se les pide hacerlo comercializable». Es realmente preocupante, ni les cuento cuando llegás a entender esto luego de hacer un doctorado.

En particular porque la línea que divide el mundo del mercado, regido por el dinero, y la innovación no está tan lejos de lo que muestra hoy el ámbito educativo y académico. Esto no solo trae consecuencias para trabajadoras/es de la educación, sino para la educación como un conjunto.
El italiano Silvio Lorusso se refiere al entreprecariat, que alude a una “nueva clase baja creativa”, en la que el emprendedorismo no es opcional sino que responde a la precarización y nueva atmósfera social. Esta nueva condición ha sido más que caracterizada por referentes del mundo emprendedor, como Reid Hoffman, sobre quien escribí acá hace unos años y su “The Startup of You” (podría traducirse como «El emprendimiento de vos mismo»). Cada persona se convierte en una marca, en un emprendimiento en sí mismo, y se idealiza la toma de riesgos (laborales, pero que dan forma a una identidad personal).
Guy Standing lo denomina “precariado”, que se vincula con las configuraciones actuales del capitalismo, sobre todo, la desigualdad en la distribución de la riqueza. Mientras esta concentración de la riqueza en pocas manos sucede, la fuerza laboral se ha cuadriplicado, dando lugar a esta nueva clase social –mayoritaria- que vive y trabaja en condiciones precarias. Standing dice que este precariado no tiene “ninguna narrativa laboral en su vida”, es decir no puede decir algo como “me estoy convirtiendo en esto”. Es la gente que trabaja en condiciones de incertidumbre e inestabilidad total. Mucho de su trabajo es no reconocido, no remunerado. El tema es que en su mayoría, es gente más calificada que el tipo de trabajo que pueden obtener. Algunos se refieren a esto como “flexibilización” laboral, pero es simplemente, la destrucción del trabajo como se conocía antes, es decir, como una actividad de 8 a 6, y de casi toda la vida, o de al menos unos años. Las empresas hace rato se preocupan por esto, y los gobiernos no sé si tanto, porque están promoviendo estos esquemas de enseñar habilidades que no sólo permitan emprender, sino de rápida salida laboral.
Richard Sennet, quien hace mucho tiempo estudia el trabajo, y enfatiza que desarrollar una habilidad –y dominarla (master it)- lleva años, mucho tiempo. “Adquirir una habilidad en un oficio es largo y lento”. A esto apunta la famosa regla de las 10,000 horas, según la cual, durante un período sostenido, por ejemplo practicando 3 a 4 horas por día, durante 5 a 7 años se puede dominar una actividad como tocar un instrumento, ser cirujano, artista, o incluso en el ámbito tecnológico aplica algunos ejemplos.
Ejemplo de lo que sería desarrollar una habilidad: los indios de los call centers, que aprendieron a hablar inglés y así pudieron salir de ese tipo de trabajo –básico- del sector servicios y generar negocios que sumaron a la economía local (no siguieron haciendo lo mismo pero en distintos cal centers). A esto deben apuntar las organizaciones de todo tipo. Esto implica que desarrollar una habilidad que permita convertirse en un trabajo, no es solamente “aprender a hacer algo”, sino incorporarlo, convertirlo en un hábito, para luego dominarlo “ser bueno en hacer x cosa”, para trabajar de eso. Sennet también critica que los empleadores ahora buscar un quick fix de habilidades en sesiones de una semana, porque no entienden este desarrollo de habilidades, de un oficio. Claro que desarrollar una habilidad lleva no sólo tiempo sino recursos, por lo que se entiende este nuevo esquema, que para él también tiene que ver con las condiciones del capitalismo actual –sí, lo dice, “neoliberalismo”, igual que Standing-. Pero, en síntesis, desarrollar este tipo de talento y habilidades en la fuerza laboral requiere no sólo recursos sino pensar oficios del largo plazo, trayectorias laborales, que ni las empresas ni los gobiernos están dispuestas a hacer. La consecuencia, dice Sennet, es la inevitable “deskilling” de la sociedad, o lo que denomina como el declive de la sociedad de las habilidades
La precarización de las perspectivas de carrera académica es un marco limitante y omnipresente, dificulta la construcción de identidades académicas firmes, y previsibles, hay una escasez de convocatorias de puestos de trabajo estables (Castillo, 2018, p. 83) Este autor también menciona un informe del Congreso de EEUU de 2014, que reveló el dato según el cual los profesores just-in-time(“justo a tiempo”, igual que la forma de producción posfordista, que cambió la producción en masa por una a a demanda para abaratar costos) son la mitad de todos los faculty. En este punto entra a jugar la tecnología, las plataformas, como para que hablemos de una uberización, aunque no creo que lo veamos aún en su esplendor. Es decir, esta precarización, falta de “plazas”, concursos, puestos, etc., lleva a irremediablemente buscar alternativas paralelas a las que surgen en universidades.

Las dos fotos anteriores muestran cómo esta precarización se da en las ciudades y universidades más prestigiosas y desarrolladas. Será una condición de la economía actual, o de la educación actual que se condice con la escasez de trabajo bien pago y la abundancia de staff y personas que se siguen sumando a la oferta académica
Pero aunque este panorama parezca preocupante, la cantidad de personas que buscan entrar en el mundo educativo, como alternativa laboral, se duplica cada año. Es decir, sigue representando un ámbito laboral deseable. No sé si ideal, pero al menos mejor que la precariedad que se encuentra en otros ámbitos, aparentemente. Quizás algunos no entiendan por qué, pero incluso hasta en las empresas más cool, o hasta las más establecidas, hay ciertas cosas que no se pueden hacer, y que forman parte de una identidad, como decíamos anteriormente, o de un deseo de convertirse en alguien que el mundo educativo y académico ofrece. Recordemos que este ámbito es en donde empieza la «economía del conocimiento» (detesto esta etiqueta pero bue) por excelencia.
En Estados Unidos, en donde desde el 2000, la cantidad de personas de más de 25 años que empiezan se duplicó a 21 millones; y el número de los que tienen doctorados es más del doble (4.5 millones, según el sitio oficial del Censo de ese país). En Argentina, el crecimiento en matrículas de estudios de posgrado, según Infobae, en años recientes fue del 400 %. No tengo datos de cuánta gente hay en este momento en doctorados en universidades del país (mandé un par de mails a organismos nacionales y nada, para otro post sobre las estadísticas «abiertas» y disponibles).
Por un lado, este crecimiento sostenido de estudiantes de posgrado (masters y doctorados) genera lo que Judith Butler como un problema de placement. En el marco de las discusiones sobre el endeudamiento de estudiantes, que continúa, y sobre todo de quienes pagan con sus fondos esos programas. Por otro, es inevitable el crecimiento de lo que Hall denomina como el para-académico, y el aumento de los cursos online por ejemplo, o la uberización (utilización de plataformas como los MOOCs). Los Massive Online Open Courses (MOOCS) fueron criticados hasta hace dos años, cuando la pandemia forzó a prácticamente todos los sectores de la economía a digitalizarse de una manera acelerada. Por otro lado, para quienes quedaban (quedamos) fuera de ciertos recorridos tradicionales, y sobre todo, proveníamos de otros ámbitos (en mi caso, el digital), eran el camino que nos permitía cierta inserción laboral, y de convertir nuestro expertise no-tradicional, en clases. Durante el año pasado y este vi cómo universidades empezaban a pedir a sus docentes que pensaran sus cursos de esta forma (expandibles a un universo mayor a sus cuatro paredes) [Sobre este tema el artículo «By the Numbers: MOOCs in 2020, que me imagino con la pandemia se habrá cuatriplicado]

En suma, la situación actual no deja mucho lugar para otra cosa que “uberizarse”. Además, implica hacer muchas actividades como “derecho de piso”, no pagas, al igual que en el mundo emprendedor. Una piensa que eso al menos asegura o al menos ayuda a entrar a un sistema cerrado, pero no es así. En ocasiones es para confirmar que no hay mucho lugar, o que como dice Butler, se dificulta el “placement” en el mercado laboral. Pensarían que quizás sería mi caso solamente, al tener más experiencia como freelancer/Autónoma en el mundo de la economía de servicios, emprendimientos, tech, pero es así incluso para gente muy formada, en ese sistema. Es algo que no entiendo de Argentina, el sistema de ciencia y tecnología puede financiar durante 10 años el doctorado de una persona y luego no aprovechar ese capital, esas “skills”. ¡Me resulta inentendible! Veo mucha gente capacitada acá y en el extranjero que tiene que entrar en el loop de precariedad, y es una pérdida de capital humano y económico enorme. No creo que las grandes compañías jamás permitan perder ese recurso o talento. Sin embargo en el sector de la educación superior y sobre todo de la investigación es muy frecuente, en particular en las ciencias sociales. Pero ojo, recordemos que hoy un cientista social también maneja tecnología, tiene habilidades o experiencia interdisciplinar, etc. No me parece que se esté mirando seriamente este tema, ni presentando propuestas para mejorarlo de ningún lado de la grieta. Y hasta que no llegue ese momento, ninguna medida sobre la “economía del conocimiento” y la innovación, la educación y la calidad de vida en el país va a ser profunda.
Referencias
Butler, J. (2020) Debt, Guilt, Responsibility, Obligation. Universidad de Brown (FECHA) https://events.brown.edu/event/208521
Castells, M. (2010). The Information Age: Culture, Economy and Society. Vol. III End of Millenium. Blackwell Publishing
Castillo, J.J. (2018) La precariedad del trabajo académico en la Universidad (UcomplutenseMadrid) publicado en Papeles de relaciones ecosociales y cambio global 75 Nº 140 2017/18, pp. 75-84
Hall, G. (2016). The uberification of university. Minnesota, USA: University of Minnesota Press. https://www.upress.umn.edu/book-division/books/the-uberfication-of-the-university
Silvio Lorusso Entreprecariat https://www.youtube.com/watch?v=8b-yLp9AN-M
Guy Standing Precariat https://www.youtube.com/watch?v=nnYhZCUYOxs
The Royal Society (2010) The cientific century: securing our future prosperity https://royalsociety.org/~/media/royal_society_content/policy/publications/2010/4294970126.pdf