Transformación digital acelerada por COVID19 y desarrollo humano

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La urgente necesidad de «digitalizar» la economía y actividades básicas que impactan en la vida diaria hace que se le preste más atención a lo que hacen profesionales del ámbito tecnológico, IT, Internet. El otro día lo resumía el periodista Sebastián Campanario en un tweet: «Para el 100% de los expertos y consultores, su campo de expertise «se volvió aún mucho más relevante en el contexto de la pandemia».

El escenario actual más bien lo refleja este gráfico que vi en Twitter y que lleva a preguntarse si, como decía el titular de la consultora Accenture en Argentina: «se viene un mundo más digital». ¿Es así?

Para empezar, hay que recordar que «digital» es una tecnología en la que se basa Internet, pero ya hay mucha gente que habla de otra Internet a partir de la tecnología del Blockchain, bitcoin, etc. Lo cierto es que en nuestro planeta conviven economías informacionales -que tendrían que ver con este mundo informacional/Digital- con grandes segmentos del planeta en economías todavía industriales.

Entonces, por un lado está entender que es esto del informacionalismo, de lo digital, y de la digitalización. En este tema pienso en desarrollos teóricos de Manuel Castells -por supuesto 😉 – que es quien empezó a hablar de economía informacional, modo de desarrollo informacional, y sociedad red. Y en desarrollos de emprendedores que se basan en ideas del tipo, de la digitalización como concepto: Sean Parker y la digitalización en las redes sociales como Twitter y Facebook. Además de que existe conocimiento científico, vivimos esto de la digitalización de ciertas experiencias día a día en las redes sociales que usamos.

Para la consultora internacional Ernest & Young: «la digitalización en su mínima expresión significa la conversión de información análoga en información digital. A medida que las capacidades de la digitalización se extienden, virtualmente cada aspecto de la vida es capturado y guardado en alguna forma digital, y nos movemos así más cerca de la interconexión en red de objetos de la vida diaria«. Un ejemplo muy básico que ya se ha ido dando en sector público y empresas sería pasar a un formato digital por ejemplo documentación en papeles.

Como les comentaba, Manuel Castells es el que en los ’90 empezó a hablar de la existencia de un modo de desarollo informacional, de la misma manera que apareció uno industrial en el s. XIX. Este modo de desarrollo se basa en la acción del conocimiento sobre la información para producir nuevos bienes y servicios. Castells se basó en investigación empírica, esto es, lo que veía relevando empresas, y polos como Silicon Valley cuando estaba surgiendo como lo que fue después: un modelo de innovación.

Castells igualmente deja claro que estas economías informacionales se dan en algunos países (los más avanzados), mientras que en otros coexisten centros financieros globales con economías bastante atrasadas de tipo industrial (Tercer Mundo es el caso). Esto hace que haya segmentos de la población totalmente fuera del desarrollo que conecta a personas de todo el planeta. Es decir, coexisten informacionalismo con industrialismo.

Esto lo introduzco un poco porque hay términos como «la próxima revolución industrial» que no deberían seguir diciéndose ni repitiéndose al menos de gente profesional. No va a haber una próxima revolución industrial, la tecnología es digital y encima ahora avanza hacia otra cosa. Esta es mi opinión por supuesto, encantada de recibir otras 😉

Esta tendencia que surgió en los ’90 se fue acelerando en las décadas posteriores, transformando la economía, las sociedades, etc., es por eso que las Naciones Unidas hicieron un «index» de informacionalismo, es decir, una forma de medir cuánto se estaban informacionalizando las sociedades y economías. En años recientes, incluso se hizo desde el Foro Económico Mundial un índice de «Network Readiness», o de cuán interconectado está un país ( TICs, digital, redes, etc.). Hace unas décadas el foco estaba en «las TICs» (Tecnologías de la Información y la Comunicación).

Las TICs, en ese momento, se pensaban como nuevas tecnologías (de procesamiento de información, microchips, hasta biotecnología e Internet) que permitían reconfigurar procesos. De servicios, negocios, etc. Pero a partir de una aplicación más bien externa. Es por eso que hablábamos de e-commerce, e-government, etc. Es por eso también que surgió la figura de los emprendedores como realizadores del cambio social, a cargo de la «destrucción creativa» necesaria para pasar de un estadío al otro.

También se hablaba de una «autopista de la información» que presuponía que íbamos a entrar gradualmente en otro mundo a partir de la implementación de tecnología. Vemos que no fue así. Lo que hoy vivimos es totalmente distinto. Hablamos de redes, de realidad virtual, etc. que desde una primera instancia recrean experiencias, comunicación a-sincrónica, etc.

Esta breve intro la hice para que nos preguntemos en definitiva, ¿qué hay que tener en cuenta si hablamos de «transformación digital»? Que no se trata de implementar tecnología en viejas formas de hacer las cosas (Que nada cambie):

  1. Se trata, en todos los ámbitos, de unir experiencias existentes con nuevas formas que habilita la tecnología. Complementarlas, pero también
  2. Replantear procesos a partir de la información que la tecnología, en distintos ámbitos de una organización nos ofrece. Esto implica unir experiencias como puede ser la actividad física en un parque, con la interacción del ciudadano en redes sociales con información y contenidos sobre salud. La actividad de comprar un vino por Internet, con la de visitar luego una bodega.
  3. Poner a la persona en el centro de la experiencia: de esto se trata el «desarrollo informacional». Hay muchos supuestos sobre economía y negocios, pero pocos sobre las personas, sobre lo positivo y lo negativo de un mundo cada vez «más digital». El impacto sobre personas y comunidades. Sobre este tema, Castells escribió hace un par de años otro libro con el finlandés Pekka Himanen (autor del conocidísimo La ética Hacker, en el que Castells colabora). Castells y Himanen (2014) suman a las teorías sobre el desarrollo vinculadas a la riqueza y capacidad económica, aspectos vinculados a la autonomía y desarrollos humanos.

«No se trata de producir tecnologías de avanzada, sino especialmente de tener la capacidad de adquirir y usar nueva información y comunicación. No es solamente sobre innovar y vender aplicaciones de Internet sino también de desarrollar turismo basado en Internet, agricultura de alto valor basada en Internet, tecnología que mejore la manufactura, productos digitales culturales, etc.» (Castells y Himanen, 2014, p. 15)

Estos autores, tal como economistas y teóricos del desarrollo ven hacia dónde nos dirigimos con una sociedad y economías cada vez más informatizadas. Es por eso que hablan de la felicidad y el bienestar como contrapunto al desarrollo económico que permite la tecnología.

Por lo tanto la transformación digital, sea de una empresa, o de una organización, de un gobierno, etc. tiene que tener a la persona y a las comunidades en el centro. Pensar en hacer una experiencia que mejore la forma en la que se busca y consigue un producto, desde un libro hasta un vino, hasta un trámite, entre otros.

Sé que hay muchos profesionales ahora en esta área, del ámbito del marketing, internet, hasta de los recursos humanos. A sus visiones hay que complementar la de ingenieros, programadores, diseñadores, que son los que hacen la tecnología detrás de las experiencias que consumimos diariamente.

[Si querés saber más sobre Manuel Castells y su concepción sobre el desarrollo informacional y humano mirá este post que escribí de Castells en Argentina, en Capital Federal, en 2016 junto a Lino Barañao]

Imagen destacada de estudio Arquepoética

Esta entrada tiene un comentario

  1. Raúl Eduardo Moro

    Muy bueno y esclarecedor

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