Quizás uno de los cambios más notables en este mes de cuarentena sea lo que Alejandro Artopolous denomina como una «puesta en valor de la escuela». Porque de repente se «metió en las casas», se vio el rol de los docentes que de a ratos tienen que cumplir padres con mucho trabajo en un contexto extraordinario, sumado a un cambio total en las herramientas y modalidades a las que estaban acostumbrados los alumnos.
En estos días, yo pensé mucho en la relación de los chicos con la escuela, y en la tecnología en la escuela, como siempre. Antes de la cuarentena, al menos en Mendoza y Argentina se hablaba de enseñar a programar, enseñar oficios. El foco estaba más puesto que nunca en formar futuros trabajadores, algo que nunca me gustó porque la escuela para mí es otra cosa. Pero en ese momento la visión era: programar o no programar.
Hoy queda claro que la educación y la escuela pueden ser instancias reflexivas, en las que el uso de tecnología y virtualidad tenga que ver con la relación de los estudiantes con el mundo. ¿Qué mejor momento que una pandemia para pensar junto con niños y jóvenes? El mundo de todos está dado vuelta. La pedagogía y la filosofía nunca fueron más necesarias para la hiperconexión actual.
La escuela es hoy el espacio educativo por excelencia pero la tecnología, la virtualidad y las redes se convierten en nuevos espacios de aprendizaje, y sobre todo desde casa.
El espacio de la escuela hoy es la casa, una mezcla de actividades familiares y contenidos que mandan instituciones público-privadas, con mediación de contenidos por parte de los gobiernos en tiempos de crisis. Con los problemas de la conectividad, etc.
Por eso comparto este video de Carlos Skliar (FLACSO), que es de 2018 pero me encantó por lo que plantea: la escuela quizás sea uno de los pocos espacios comunes que quedan para que los chicos tengan otra relación con el tiempo y el espacio.
Entonces, la escuela hoy puede escapar del tiempo de la inmediatez y celeridad que domina las prácticas sociales y económicas, para ser un ejemplo de relación con el espacio que habitamos, con el tiempo en que pensamos, aprendemos y nos relacionamos con el mundo, dice Carlos. «Educar consiste en viajar al mundo y aprender a vivir allí»
La Organización Mundial de la Salud está produciendo contenidos muy interesantes para trabajar el tema de la pandemia. Me encantaron las ilustraciones, la historia, pensado para chicos (Está en español también).


Siguiendo las palabras de Carlos, quizás sea buen momento para aprovechar este contexto para desacelerar el ritmo de la educación en casa. Que no sea una sobrecarga sino una oportunidad para repensar lo que pasa en el mundo, en un diálogo con los chicos.
Quizás no sea el momento para enseñar matemática o física a full sino conocimientos y problemáticas que le ayuden a ellos a comprender también el nuevo mundo en el que viven. Tampoco es que una cosa reemplace a la otra.
Los chicos pueden aprender a programar pero sin duda el momento y las condiciones de la enseñanza/Aprendizaje hoy sean buenas para trabajar emociones y conceptos como: miedo, encierro/libertad, distancia, salud, etc. En cuanto a la relación con tiempo y espacio: si es lo mismo aprender desde casa, solos/acompañados que juntos en un aula, etc. ¿Es lo mismo aprender desde una casa con computadora que una en la que sólo hay un celular?
En definitiva, la escuela en casa puede ser una instancia de mejorar cómo se viven las condiciones actuales de aislamiento y cuarentena.
Foto destacada del Flickr de ANSES.