Ciudad de Ruinas

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  • Última modificación de la entrada:20 septiembre, 2017
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©MZ Inspiration
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El Área Fundacional se presenta como una esquina sin demasiadas pretensiones en la entrada de acceso a la capital mendocina, pero encierra la historia triunfante de un grupo de arqueólogos e historiadores, que -por suerte-, ganó la puja sobre el «qué hacemos con esta zona» durante los años ochenta.

El municipio de la ciudad de Mendoza en ese entonces tenía intenciones de instalar un centro comercial, pero los arqueólogos insistieron con que allí se encontraban los primeros restos de la Mendoza fundada en el s XVI. Al encontrar los pisos originales (foto del triángulo vidriado) empezó un trabajo de excavación que culminaría con la inauguración a mediados de los 90 de lo que conocemos como el «Área Fundacional».

Paseando en la bicicleta por la Cuarta Sección, decidí investigar de qué se trataba este rincón de la ciudad que siempre había relegado en mi imaginación para turistas.

Para empezar, me encontré con una puerta de vidrios oscuros, en donde me imaginaba más un lugar con olor a cigarrillo que unas excavaciones sobre el suelo de la ciudad. Pero al ingresar descubrí lo interesante que albergaba esa pequeñez: zonas de tierra cercadas porque se estaba excavando, vitrinas con reliquias y materiales Huarpe, entre otras cosas. Más importante aún, di por terminadas historias de la ciudad o el parque, que contaba convencida a amigos que visitaban la provincia.

Ese triángulo vidriado permite ver los restos del piso externo del primer cabildo de Mendoza. Como decía una inscripción en el lugar «puede haber cabildo sin ciudad, pero no puede haber ciudad sin Cabildo». Con la fundación de Mendoza, se dispuso que esa área cercana al Canal Cacique Guaymallén fuera el centro de la ciudad, para lo cual se construyó un Cabildo alrededor del cual giraba la vida política y social.

Con el terremoto del año 1861 esta zona quedó devastada, y se la denominó la «ciudad de ruinas», creo que no sólo por los derrumbes sino también por el hecho de que de las once mil personas que habitaban en Mendoza, murieron siete mil. Se trasladó el centro cívico a lo que ahora conocemos como la Plaza Independencia. Con las excavaciones encontraron los pisos originales, unidos por argamaza (arena, cal y agua); la fuente original y unos pasillos subterráneos.

La zona quedó abandonada, devastada, y allí se instaló un matadero que generaba cientos de litros de sangre por día que iban a parar al Canal Guaymallén. El matadero utilizaba la piedra de los pisos que habían quedado, porque era más fácil para limpiar la sangre al matar a los animales. Me impresionó pensar esa zona marcada por el asesinato de animales. Se cerró el matadero y se estableció una Feria de Frutos y Verduras alrededor del 1927, que duró unos 50 años hasta que empezó la polémica mencionada sobre qué hacer con el lugar. Por las enfermedades que empezaron a invadir la ciudad, se fundó el Parque General San Martín como «pulmón de la ciudad» (cuántas veces habremos escuchado esa frase), ya que se creía popularmente que el cólera se contagiaba por el aire.

Todo lo que comento en los párrafos anteriores fue parte de la introducción sobre el recorrido que me dio una de las chicas del Museo, pero después recorrí el lugar sola. Para empezar encontré un afiche en donde se cuenta cómo los Huarpes eran llevados a Chile en manadas, cruzando la montaña, por el sistema de econmiendas, que me transmitió la imagen penosa de cómo los trataban como mercancía. Su desarraigo forzoso se leía en una lámina grande con el testimonio de Fray Juan Pérez de Espinosa a Felipe II en el 1600 decía:

«..hay un abuso en este reino: que los indios de la provincia de Cuyo, que por otro nombre se llaman Huarpes, y es su tierra de la otra parte de la cordillera nevada, es costumbre traerlos a esta ciudad de Santiago por fuerza para el servicio personal…y los desnaturalizan de sus tierras..y cuando yo pasé por esas tierras vi con mis ojos indios helados..»

Los pocos metros cuadrados del Museo me dejaron muy satisfecha con el recorrido, con ganas de que sigan encontrando restos para que todo el piso sea vidriado como me comentaban las chicas que trabajan allí. Me imaginaba noches de verano con eventos de gente joven al aire libre en un piso transparente, que dejara ver las bases de nuestra ciudad. Pero además, el Área Fundacional no es sólo el Museo con los restos del Cabildo, el Matadero y el Mercado de Frutos sino también toda la explanada de la plaza, con las fuentes incluidas. La fuente central contiene en su interior parte de la fuente original. Me gustó mucho también la disposición de grandes palmeras en toda la plaza, y un espacio verde que invita a tirarse a leer. Fue una de las primeras oportunidades en las que no sentí que el uso de palmeras tenía que ver con un barrio privado que emula las costas de Florida en Estados Unidos 😉

Un dato interesante: pagando la entrada para visitar el Museo, al otro día podés usarla para otro espacio cultural como el ECA.

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